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El detector de incendios es el elemento central y más importante del sistema que estamos describiendo. El detector avisa del inicio del fuego. Y casi siempre lo hace mucho antes de que el fuego sea percibido por las personas. De ahí su importancia.
El detector aprovecha las manifestaciones físicas o químicas que se asocian al fuego para identificarlas y activar la alarma. Se clasifican según el fenómeno que sean capaz de detectar.
Así tenemos los siguientes tipos de sensores:
- Termostáticos.Se activan cuando la temperatura sube de un determinado valor.
- Termovelocimétricos. Se activan cuando la velocidad del incremento de temperatura excede de un cierto valor durante un determinado tiempo.
- Incluyen un elemento termostático y uno velocimétrico.
- Detectores de humo. Detectar las partículas derivadas de la combustión y que se encuentran presentes en el humo (iónicos) o el efecto sobre la difusión de la luz cuando atraviesan el humo (ópticos).
- Detectores de gases. Reaccionan ante los elementos gaseosos que se producen durante la combustión.
- Detectores de llamas. Captan la radiación emitida por las llamas que se producen durante un fuego.
- Detectores multisensores. Son capaces de captar más de un fenómeno asociado al fuego, como el calor y el humo.
Normalmente, los detectores que se instalan actualmente tienen capacidad para detectar más de una de las manifestaciones que se producen con un incendio (temperatura, humo y llamas). También están interconectados con la central del sistema, al que transmiten toda la información para que este pueda poner en marcha alarmas, sistemas de extinción, etc.